La tradición de hacernos propósitos de año nuevo no es una moda de las últimas décadas, de hecho se remonta a miles de años atrás, pero aún así, a día de hoy, el porcentaje de personas que logran mantener sus propósitos de año nuevo sigue siendo bajo. Según un estudio llevado a cabo por el psicólogo inglés Richard Wiseman, de la Universidad de Hertfordshire, el 52% de las personas entrevistadas se sienten seguras de cumplir sus resoluciones, pero únicamente el 12% realmente las logran.
Ser humilde, mirarse a uno mismo con perspectiva y ser capaz de replantearse los valores y los hábitos que tenemos tan interiorizados para analizar qué aspectos de nuestro estilo de vida podemos modificar y mejorar, es clave para un buen desarrollo personal.
Resiliencia cómo clave para empezar con tus propósitos
Empecemos por el principio, por evaluar la situación en la que te encuentras, tus necesidades personales, tus deseos y los medios de los que dispones antes de plantearte tus propósitos. La clave es ser realista y sincero para no sufrir intentando conseguir algo que no estamos capacitados para afrontar.
Siempre se dice que más vale calidad antes que cantidad, y en este caso es cien por cien aplicable. Es recomendable apuntar a objetivos precisos y concretos, sin perderse en un mar de intenciones que si no se cumplen, a la larga, acaban generando frustración.
Hay que tener en cuenta que plantearse propósitos de año nuevo debe salir de nuestro interior, de la voluntad que tenemos para elevar nuestro estilo de vida, tanto personal, como profesional.
La autoexigencia es un mecanismo psíquico que está directamente relacionado con lo que esperamos de nosotros mismos. En su mejor versión, nos puede ser útil para superar miedos y conseguir objetivos.
Sin embargo, cuando la autoexigencia se presenta como un comportamiento constante, puede llegar a ser agotadora y destructiva. Hay que tratar a uno mismo con respeto y cuidado para no caer en el efecto rebote de lo que serían los objetivos iniciales de los propósitos de año nuevo.
Las listas no pasan de moda
¿Quién no tiene alguna lista por ahí de tareas pendientes? Las famosas listas nunca van a pasar de moda, pero hay que procurar no hacerlas en vano. Antes de pasar a la acción con los propósitos de año nuevo, es conveniente una organización previa. Escribirlos en forma de listas es una buena solución.
De alguna manera, todas tenemos una lista de tareas pendientes, aunque sean mentales, pero lo cierto es que no todo el mundo las escribe. De acuerdo con los expertos, hacer listas escritas puede generar variados beneficios.
Son una herramienta muy eficaz para organizarse, ordenar las ideas y planificar las tareas con el fin de cumplirlas de una forma más sencilla . Al escribir nuestros propósitos de año nuevo, logramos grabarlos en nuestro córtex cerebral. Cuanto más definidos y escritos estén, más fuerza tendrán.
Las listas de propósitos pueden ir acompañadas de sistemas para lograrlos. De esta forma serán objetivos medibles que se traducirán en caminos bien trazados preparados para ser emprendidos. Por ejemplo, si uno de nuestros propósitos de año nuevo es dejar el azúcar, no basta con escribir: “dejar de tomar azúcar”. Habría que trazar un plan gradual. Empezar por tomar alimentos azucarados menos veces a la semana de lo que lo hacemos normalmente (definir número), hasta acostumbrar a nuestro paladar a un sabor menos dulce y poder pasar al siguiente nivel.
Mantener la motivación durante todo el año
La motivación está atada al pensamiento, por ese motivo, es imprescindible cultivar pensamientos positivos y fuerza mental. De esta manera la motivación hacia los propósitos establecidos va a perdurar durante todo el año de forma orgánica.
Hay que entender que cuando hablamos de propósitos de año nuevo, hablamos de cambiar nuestro estilo de vida. No se trata de cumplir propósitos a ciegas, sinó de poner nuestro esfuerzo en alcanzarlos para mejorar nuestro día a día.
Lo realmente útil es lograr convertir los propósitos de año nuevo en hábitos. Hacer que esos objetivos pasen a formar parte de tu rutina y de tu personalidad. Cómo todo cambio, requiere de un esfuerzo y una dedicación, pero para ello no hay que perder el pensamiento positivo. Acordarse de que ese esfuerzo va a tener beneficios.
Hablamos con nuestra Coach Ayrin Pons
Es muy importante enfocarse en un objetivo a la vez, funciona mejor centrase en un objetivo bien definido que en múltiples objetivos. Y que sea nuestro, que no venga impuesto por los demás o porque pensemos que es lo correcto según el entorno en el que vivimos.
Valorar el nivel de motivación. Cuanto más motivados estemos, es decir, del 1 al 10, cuanto más cerca estemos del 10, más “gasolina” tendrá el “motor” que nos tiene que llevar hacia el “destino”. Hacia la consecución de nuestro objetivo.
La pregunta clave que planteó en la sesión de coaching es: ¿Para qué quieres conseguir este objetivo?, ¿Cómo cambiará tu vida una vez lo hayas conseguido?. Plantéate también estas dos preguntas para valorar cuán importante es este objetivo para ti.
Un cambio en nuestra vida implica crear nuevos hábitos que practicados de forma constante se conviertan en parte de nuestro estilo de vida. Es así como este cambio transformador se convierte en sostenible.
La neurociencia ha demostrado que el tiempo que tardamos en crear un nuevo hábito varía en función de su complejidad. Pero podríamos establecer un promedio de entre 3 a 12 semanas de repetición del nuevo hábito.
Recomiendo establecer intervalos en la definición del objetivo. Es más fácil comprometerse en, por ejemplo, perder entre 3 y 5 kilos, que fijarse un solo número.
Las personas que escriben sus objetivos, comparten sus compromisos con otros y mandan informes con sus progresos son más exitosos que aquellos que no lo hacen.
Y finalmente, dar y recibir feedback positivo ayuda a mantenerse enfocado en lo que va bien y establece un marco de mentalidad positiva que refuerza ese motor que nos llevará a conseguir nuestros propósitos de año nuevo.
